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ESPECIAL

Sao Paulo, Brasil.- La tragedia volvió a teñir los cielos de Brasil. Un avión con 62 personas a bordo se desplomó cerca de Sao Paulo, en una jornada que quedará marcada por el dolor y la incertidumbre. Eran aproximadamente las 13:25 horas locales cuando, en medio de la rutina diaria, la alarma se encendió entre los habitantes de la zona de Vinhedo. Los Bomberos de Sao Paulo no tardaron en desplegar siete equipos para acudir al lugar de los hechos, mientras la noticia comenzaba a circular, con la angustia latente en cada mensaje.

La aeronave, un modelo ATR-72 de hélices perteneciente a la aerolínea VOEPASS Linhas Aéreas, llevaba a bordo 58 pasajeros y cuatro tripulantes. Poco se sabe aún de lo que ocurrió en los minutos previos al impacto, pero las palabras del presidente brasileño, Luis Inácio Lula da Silva, retumbaron como un eco de desesperanza: “Parece que han muerto todos”. Lula, conmovido, interrumpió un discurso para solicitar un minuto de silencio en honor a las víctimas, un gesto que resonó en cada rincón de Brasil.


 

La compañía aérea, inmersa en la consternación, emitió un comunicado sin ofrecer aún respuestas claras sobre las causas del accidente ni la situación de los ocupantes del avión. Un teléfono ha sido habilitado para los familiares, quienes, entre lágrimas y silencio, esperan noticias en medio de la tormenta emocional que los envuelve.

En este día gris para Brasil, los detalles técnicos quedan relegados ante la magnitud de la tragedia humana que enluta a decenas de familias. Es el momento de guardar luto, de abrazar la memoria de aquellos que no volverán, y de exigir respuestas que, aunque tardarán en llegar, son necesarias para aliviar, aunque sea un poco, el dolor de una nación entera.

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