
Ciudad de México / Washington – En un giro inesperado, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, acordó con su homólogo estadounidense, Donald Trump, el despliegue inmediato de 10 mil efectivos de la Guardia Nacional en la frontera norte para frenar el tráfico de drogas y el flujo migratorio. A cambio, la Casa Blanca suspenderá durante un mes la aplicación de los aranceles del 25% a productos mexicanos.
La medida, anunciada este lunes tras una conversación entre ambos mandatarios, marca un cambio en el tono del Gobierno mexicano, que hasta hace unos días rechazaba de manera tajante los señalamientos de Washington sobre un supuesto vínculo con el narcotráfico.
“Llegamos a una serie de acuerdos”, escribió Sheinbaum en redes sociales. Entre ellos, México reforzará la vigilancia fronteriza, mientras que EE.UU. se comprometió a trabajar en el control del tráfico de armas.
En un mes, Trump evaluará si Sheinbaum cumplió la tarea.
Las concesiones a Trump
El acuerdo contempla cuatro puntos principales:
- México desplegará 10 mil efectivos en la frontera para combatir el tráfico de fentanilo y reforzar la seguridad.
- Estados Unidos promete mayor control en la venta de armas de alto poder con destino a México.
- Se crearán dos grupos de trabajo bilaterales en seguridad y comercio.
- Los aranceles se suspenden temporalmente, pero su aplicación sigue latente.
Sin embargo, el pacto omite cualquier mención sobre las deportaciones masivas que EE.UU. planea ejecutar en los próximos meses y que afectarán a miles de migrantes mexicanos.
El discurso cambia, la presión se mantiene
En su conferencia matutina, Sheinbaum justificó la decisión argumentando que fortalecer la seguridad fronteriza también es una prioridad para México. “Es un buen acuerdo”, afirmó.
El tono contrasta con sus declaraciones de hace apenas 48 horas, cuando acusó a EE.UU. de no hacer lo suficiente para combatir el consumo de drogas y el lavado de dinero en su propio territorio.
Trump, por su parte, celebró el despliegue militar mexicano, asegurando que servirá para frenar la migración ilegal. No hizo referencia, sin embargo, a nuevas medidas para regular la venta de armas en su país, uno de los principales reclamos de México.
El acuerdo supone un respiro temporal para la economía mexicana, pero deja abierta la posibilidad de nuevas exigencias desde Washington. Con la amenaza de aranceles aún sobre la mesa y un año electoral en EE.UU., la relación entre ambos países sigue marcada por la incertidumbre.