Ciudad del Vaticano.– Fumata blanca en Roma. Este jueves 8 de mayo, en el segundo día de cónclave, la Iglesia Católica eligió a su nuevo líder espiritual: el cardenal Robert Prevost, de 69 años, fue nombrado Papa con el nombre de León XIV, convirtiéndose así en el Pontífice número 267 en la historia de la Iglesia.
“Habemus Papam“, proclamó desde el balcón central de la Basílica de San Pedro el cardenal protodiácono Dominique Mamberti, ante miles de fieles congregados en la Plaza. La decisión se alcanzó durante la votación vespertina, cuando los 133 cardenales electores lograron el consenso necesario.
Nacido en Chicago el 14 de septiembre de 1955, Prevost ha tenido una carrera ascendente dentro de la Iglesia, marcada por su trabajo misionero y episcopal en Perú, así como por su papel en la Curia Romana. De formación agustina, fue elegido en dos ocasiones como prior general de la orden fundada por san Agustín, antes de que el Papa Francisco lo designara, en 2014, como obispo de Chiclayo. Allí sirvió casi una década, adquiriendo la ciudadanía peruana en 2015.
En 2023, Francisco lo trasladó a Roma, donde lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos, el influyente órgano encargado de evaluar y proponer las nominaciones episcopales en todo el mundo. También asumió la presidencia de la Comisión Pontificia para América Latina, reforzando su vínculo con la región que concentra la mayor población católica del planeta.
Aunque su nacionalidad estadounidense representaba un posible obstáculo —dado el tabú histórico de que un papa provenga de la principal potencia geopolítica—, su perfil eclesial, sobrio y de bajo perfil público, junto con su cercanía al Papa emérito Francisco, pesaron más.
Prevost ha sido una figura clave en algunas de las reformas más simbólicas del pontificado anterior. Entre ellas, destaca la incorporación de mujeres al comité que vota las candidaturas de obispos, una medida sin precedentes en la historia vaticana. Su promoción al cardenalato de más alto rango a inicios de 2025 fue vista como una señal inequívoca de que contaba con la bendición del Papa saliente.
Con su elección, León XIV hereda una Iglesia marcada por desafíos globales: la secularización en Occidente, el auge de nuevas iglesias cristianas en el sur global y las tensiones internas por reformas doctrinales y estructurales. Su perfil pastoral, experiencia internacional y conocimiento profundo del gobierno eclesial serán puestos a prueba desde el primer día.
La Iglesia tiene nuevo pastor. Y el mundo, un nuevo Papa.
