Ciudad de México.- La causa penal contra 13 personas, incluyendo a Raúl Rocha Cantú, destapa una red de almacenamiento y distribución de combustible robado en Querétaro. En los inmuebles conocidos como La Espuela y El Patio, hasta 80 camiones con doble remolque eran utilizados para movilizar cerca de 4.8 millones de litros de huachicol.
Ubicados en Epigmenio González, Querétaro, estos centros de operación también servían como escondite de armas para el Cártel Jalisco Nueva Generación. Según la denuncia anónima, Rocha Cantú y sus socios facturaban el combustible robado a través de varias empresas, acumulando grandes sumas de dinero de manera ilícita.
Alejandro Jacob Álvarez Arriaga, alias Ale, era el encargado de administrar y proteger esta operación, contando con la presunta colaboración de agentes federales. Además de manejar el negocio de los combustibles, se encargaba de distribuir armamento para los integrantes del CJNG.
El tráfico de armas también es una parte crucial del caso, con individuos como Daniel Roldán Morales, alias El Inge, introduciendo ilegalmente armas desde Guatemala hacia México. Este armamento era ocultado entre los bidones de gasolina, aprovechando el tránsito de huachicol para esquivar controles fronterizos y fiscales.
Testimonios del caso describen un panorama corrupto, donde la operación delictiva tenía facilitadores en puntos estratégicos de verificación oficial. El entramado de complicidades permitía no solo el movimiento de gasolina robada, sino también el tráfico y almacenamiento de un arsenal peligroso que abastece la escena criminal en Querétaro y más allá.
