Los ingredientes son los de siempre: por un lado los fanáticos que, intoxicados, llevan su afición a niveles destructivos y, por otro lado, las mafias que se disputan el control de los muchos negocios oscuros asociados al futbol y a los espectáculos masivos.
Las autoridades reaccionaron como suelen. El Club Tigres, por ejemplo, sancionó a tres de sus aficionados por golpear brutalmente a sus rivales americanistas. Les quitó su abono y les prohibió la entrada al estadio.
La Liga MX y la Federación Mexicana de Futbol aseguraron que tomarán “nuevas medidas para reducir la violencia en los estadios”. Hablaron de mejorar la coordinación con las autoridades de seguridad, hacer más operativos, incrementar su personal y fortalecer los trabajos de Inteligencia para identificar a los agresores. Mencionaron incluso que impulsarán que la violencia en los estadios sea tipificada como delito grave.
Sus esfuerzos se van a concentrar además en la difusión de una campaña en contra de la violencia en los estadios “para sensibilizar a los aficionados de generar entornos seguros y familiares”. Claro, para que surta efecto hay que apostar por el civismo y la sensibilidad de las mafias y los borrachos.
La Femexfut dijo también lo que dice siempre: que investigará al Estadio Akron y al Universitario por la violencia en las tribunas. Agregaron que buscarán “deslindar responsabilidades y determinar medidas para prevenir que se repita”. Algo muy similar a lo expresado en el incidente anterior y el anterior al anterior.
El detalle es que estamos a menos de 300 días para que comience el Mundial 2026 y México como sede tiene que estar a la altura. El reto de lograr que la inseguridad que afecta a buena parte del territorio nacional no llegue a este evento deportivo, se antoja complicado.
Por otro lado, están los esfuerzos por contar con la infraestructura necesaria para un encuentro así de masivo. Vemos cómo el vapuleado Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México es remodelado a marchas forzadas entre saturación e inundaciones. Toca esperar que la temporada de lluvias del próximo año, no sea tan intensa como la de este.
Así estamos, a merced del buen tiempo y de la sensibilidad de los violentos. ¿Qué podría salir mal?
@PaolaRojas
EL UNIVERSAL
