Ciudad de México.- La jefa del Estado mexicano marcó la raya. “Si hay algo contra él o contra cualquier otra persona, no vamos a cubrir a nadie que tenga vínculos con algún grupo delictivo o con algún acto de corrupción”, dijo Claudia Sheinbaum este lunes, refiriéndose —sin rodeos— al caso que sacude al morenismo: la orden de aprehensión contra Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad Pública de Tabasco y pieza clave durante el gobierno de Adán Augusto López Hernández.
Desde Palacio Nacional, la presidenta salió al paso del escándalo que ya salpica al coordinador de la bancada de Morena en el Senado. Hernán Bermúdez, su exjefe policiaco, es señalado por autoridades federales como presunto líder de la organización criminal La Barredora. Y la pregunta que ronda es una sola: ¿cómo operaba un supuesto capo desde la Secretaría de Seguridad sin que el gobernador supiera?
Sheinbaum no evitó el tema. Lo enfrentó, aunque con cautela. Dijo que nadie en su gobierno, sea o no militante de Morena, tendrá protección si hay pruebas en su contra. “La fiscalía tiene autonomía”, recordó, aunque al mismo tiempo insistió en que no se puede caer en el linchamiento mediático. “Tiene que haber pruebas. Deben actuar las autoridades”.
Sobre Adán Augusto —quien reapareció apenas el fin de semana tras varios días en silencio—, la presidenta comentó que ya fijó su postura y que ha expresado disposición para comparecer si así lo requiere el Ministerio Público. “Él mismo ya lo dijo: si lo llama la autoridad, va a declarar”, afirmó.
Sin mencionarlo directamente, Sheinbaum también respondió a quienes critican su cercanía con el exsecretario de Gobernación de AMLO. Subrayó que este caso se maneja en México y por autoridades nacionales, “no como otros, como el de García Luna, que fue procesado en Estados Unidos”. Y dejó en el aire la comparación: en el sexenio pasado, el narco estaba en la cima del poder policiaco… ¿y ahora?
La presidenta dijo que, una vez que se supo de los presuntos vínculos del exsecretario Bermúdez con el crimen organizado, “de inmediato se abrió la carpeta de investigación y se giró la orden de aprehensión”. Pero no explicó por qué, si desde 2019 ya había alertas de inteligencia, el funcionario siguió en su cargo incluso después de que Adán Augusto se fue a Bucareli.
Sheinbaum también reveló que, aunque tiene reuniones periódicas con senadores para revisar la agenda legislativa, la última visita de López Hernández fue hace unos días. Luego, ya no.
La posición de la mandataria federal se da en un momento clave para su gobierno y para su liderazgo dentro de Morena. El caso Tabasco amenaza con fracturar la narrativa de renovación moral que ha promovido la 4T desde su origen. Y la figura de Adán Augusto, uno de los rostros más visibles del obradorismo duro, se vuelve incómoda.
En los pasillos del poder ya se habla de un distanciamiento definitivo.
Sheinbaum lo sabe. Y aunque su mensaje fue institucional, entre líneas dejó claro que no se va a hundir con nadie. Que si hay delitos, que hablen las pruebas. Y si hay vínculos con el crimen, que caigan los responsables, sean amigos, aliados o hermanos políticos.
El caso Adán Augusto apenas empieza. Pero en Palacio ya le pusieron nombre: “No vamos a cubrir a nadie”.
