
Boda del hijo de Arturo Quintanilla; boato y lujo mientras fluye el negocio de Dos Bocas, la gran estafa, y no se termina de disipar la tragedia del río Calzadas
MUSSIO CÁRDENAS
Padrino de lujo en el bodorrio Quintanilla-Pérez Peña, en Córdoba: Juan Carlos Fong Cortés, el “compadre incómodo”, el cachorro de los Nahle, el de Dos Bocas, el de los contratos por 12 mil millones de pesos, el de la tragedia del río Calzadas.
Impecable el traje oscuro, corbata de moño, adorno en el ojal de la solapa, el contratista se mueve entre la fortuna y la impunidad, las mieles del erario y el disimulo de una Fiscalía Regional en el sur de Veracruz que no determina si a su hija, Ana Fong López, le resulta responsabilidad en el accidente en que siete jóvenes murieron ahogados en el interior de la camioneta blindada sumergida en las aguas del afluente.
Ese día –febrero 8– Fong Cortés se ve ufano, y relajado, y en plena purificación en el seno de la Nuestra Santa Madre Iglesia.
Y así, el inmaculado siente las vibras del poder.
A su espalda tiene al dúo dinámico de Veracruz, Norma Rocío Nahle García, la zacatecana en funciones de gobernadora, y José Luis Peña Peña, su consorte. Y con ellos las hijas de Nahle y el yerno, Fernando Bilbao, también enredado en escándalos de concesiones y negocios en el rubro energético, como difundió Televisa en la campaña de 2024 y que a la suegra se le antojó llamarle guerra sucia, como sucios son los abusos del poder.
Y cierra la pinza un selecto grupo de amigos, el círculo íntimo de Arturo Quintanilla Hayek, padre del desposado, Arturo Quintanilla Chavira, que contrajo nupcias con Cristel Pérez Peña; Quintanilla Hayek, compadre de la gobernadora, que reúne, que concita, a las mejores familias de Córdoba, la Ciudad de los 30 Caballeros.
El evento del año en la Catedral de la Inmaculada Concepción, congregó a los Abella Peña, a los Peña Riquelme, a la crema y nata de la sociedad cordobesa. Todos se fueron a inmacular.
Y afuera, en las calles, en el atrio de la iglesia, el despliegue de poder es marca Nahle: agentes de civil y uniformados, y una veintena de camionetas blancas, como le gustan a la discreta gobernadora.
Una insider que suele contar lo que cuentan en Córdoba apunta que la zacatecana llegó al más puro estilo fifí, en helicóptero, y en helicóptero se fue.
Las imágenes difundidas por los portales Evidencia Informativa y Radares, de Córdoba, registran la pompa social y despliegue de poder.
COMO LA BODA DE CÉSAR YÁÑEZ
La recepción no fue menos, para unas 600 personas o más, como aquella célebre boda de César Yáñez, operador de medios de Andrés Manuel, al que el boato y el derroche con que agasajó a su dulcinea le costó ser proscrito del círculo de poder.
Nahle, en cambio, es dada a los reflectores. Y a la estridencia. Y el séquito reclamándole una mirada, una sonrisa. Le nutre el ego el halago, el aplauso. Y verse entre una caravana de vehículos, y guardias personales, radio en mano, arma al cinto, cuidándole la humanidad.
A estas alturas qué importa lo que diga el Peje López Obrador, si lo aprueba o no, si de lo que se trata es de disfrutar –y abusar– del poder.
Y Fong Cortés, el inmaculado, ya milita en la élite social y política, siendo beneficiario de los macronegocios de la Cuarta Transformación, la 4T o la Cuatroté.
Fong, el de Dos Bocas con el consorcio Huerta Madre y su propuesta de 4 mil 968 millones de pesos por secar el lodazal en que se erigió la fallida refinería Olmeca, pero cuyo contrato lo firmó unos días después por 5 mil 334 millones. O sea, 400 millones de pesos más de lo que ofertó, según denunció la ex candidata presidencial del PRIANRD, Xóchitl Gálvez Ruiz, entrevistada por Azucena Uresti en Radio Fórmula.
Pero las trapacerías del Clan Nahle-Peña-Fong no terminan ahí. No sólo inflaron el monto del contrato sino que, a decir de Xóchitl Gálvez, les terminaron pagando 6 mil 344 millones de pesos “por el aplanado de Dos Bocas”.
Y hay más.
A la empresa de Juan Carlos Fong, Construcciones y Reparaciones del Sur, le sumaron el contrato de la construcción del gasoducto por 2 mil 230 millones de pesos y le terminaron pagando 5 mil 216 millones, de acuerdo con lo que señala Xóchitl Gálvez y que, anuncia, irá por ellos con más denuncias.
En total, el clan Nahle-Peña-Fong, ahora más compadres de Quintanilla, se llevó casi 12 mil millones de pesos. Y a los proveedores de Dos Bocas no les terminan de pagar y los tienen al borde de la quiebra.
Por cierto, fue la columna INFORME ROJO, de este reportero, la que dio a conocer por primera vez –11 de junio de 2019– la identidad de Juan Carlos Fong con su empresa Construcciones y Reparaciones del Sur, como eje del primer negocio del Clan Nahle-Peña en el proyecto, fallido a la postre, de Dos Bocas.
SANCIONADO POR UNA REMEDIACIÓN TRAMPOSA
Fong, en la catedral de Córdoba, el que fuera sancionado por Pemex pues tuvo a su cargo, junto con otras empresas la remediación del río Coatzacoalcos, en 2005, por un derrame de combustóleo. No sólo incumplieron con lo pactado sino que dispararon el costo del servicio, obviamente con la complicidad de la élite petrolera, justo donde ya se movía el Clan Nahle-Peña.
IMPUNE, LA TRAGEDIA EN EL CALZADAS
Fong, el de la tragedia del río Calzadas con saldo de siete jóvenes ahogados por una maniobra, un descuido, una circunstancia, una casualidad, lo que sea, pero quien tenía a su cargo la camioneta blindada, la trampa mortal, fue Ana Fong López, hija del contratista, enviada ipso facto a Miami, Florida, presuntamente sin declarar aún en la Fiscalía Regional, lo que huele a impunidad.
Aquella noche –13 de julio de 2024– marcó para siempre a los Fong y al clan de los compadres Quintanilla-Nahle-Peña, viendo que uno de los suyos habría de cargar, sea como sea, la libren o no en la esfera judicial, con el peso moral –sí, moral– que implica la muerte, el dolor, la rabia por la falta de justicia, justicia que no se ha visto que ni siquiera los familiares de los jóvenes fallecidos demanden y exijan como, mínimo, debiera ser.
La camioneta, encendida, con siete pasajeros a bordo, se deslizó hacia las aguas del río Calzadas, afluente del río Coatzacoalcos. Hay versiones, reveladas por allegados a las víctimas, que indican que Ana Fong y otra joven pudieron saltar. Al caer, las puertas de la unidad se cerraron y no hubo manera de abrirlas. El agua del río comenzó a filtrarse e inundar el vehículo.
Otra versión señala que Ana Fong encendió la camioneta, descendió de ella al percatarse que había dejado su teléfono celular en la casa de descanso de su familia, donde habían convivido ella y sus amigos ese sábado, y la unidad se desplazó hasta caer al río.
Tres grúas llegaron al lugar del siniestro. Había personal de Protección Civil, ambulancias, familiares y conocidos que intentaron romper los cristales para realizar el rescate de los siete jóvenes que aún se hallaban con vida. Nada se pudo hacer.
Y Ana Fong López se esfumó.
Minutos después de la tragedia, se dirigía a Villahermosa. De ahí, voló a Cancún. Horas después se hallaba en Miami, Florida, Estados Unidos.
Semana tras semana, familiares de las víctimas aguardaron que la Fiscalía Regional de Coatzacoalcos terminara de integrar la carpeta de investigación, que la hiciera comparecer. Nada ocurrió.
Meses después, la fiscal de Veracruz, Verónica Hernández Giadáns, mantiene el silencio cómplice. La Fiscalía no determina causa y responsable del accidente.
La compañía aseguradora del vehículo no revela en qué condiciones de salud, exámenes de alcoholemia y toxicidad, se hallaba la presunta responsable del accidente mortal, si es que se cumplió con esa diligencia de ley. A partir de ahí, la aseguradora podría establecer si tenía la obligación, o no, de cubrir las indemnizaciones a los familiares de los jóvenes fallecidos.
El expediente de la tragedia Fong se mantiene en la oscuridad. Cuando ocurrió la tragedia y la presunta responsabilidad de Ana Fong, Rocío Nahle ya había ganado la elección por la gubernatura de Veracruz. Y la impunidad a los suyos comenzó a reinar.
DE LA NOTA ROJA A LAS PÁGINAS DE SOCIALES
Siete meses después, la vida en rosa vuelve a reinar.
Mientras, Juan Carlos Fong Cortés es padrino de lujo en la boda del hijo de Arturo Quintanilla Hayek, el compadre favorito de Rocío Nahle y de su marido incómodo, José Luis Peña Peña, asesor “honorario” de la Subdirección de Ganadería, una evidencia, no de nepotismo sino de tráfico de influencias al más puro estilo de la Cuatroté.
Fong en la primera banca de la Catedral de la Inmaculada Concepción. A un metro, Arturo Quintanilla, padre del novio; detrás, Rocío Nahle, la zacatecana que (des)gobierna Veracruz, y el vértice del negocio, José Luis Peña Peña, marido incómodo de la morenista, operador del clan.
El inmaculado Fong Cortés, ya sin mancha original, se purificó.