
Ciudad de México.- El hallazgo de un campo de exterminio en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, se dio a conocer el pasado 6 de marzo, pero el sitio ya había sido asegurado por la Guardia Nacional (GN) desde el 18 de septiembre de 2024, cuando lo identificó como un campo de adiestramiento del crimen organizado.
En aquel operativo, la GN y el Ejército informaron sobre el rescate de dos personas privadas de su libertad y la detención de 10 presuntos secuestradores. Las autoridades mostraron imágenes del lugar, en las que se observaban armas largas, cargadores y equipo táctico, además de vehículos asegurados. No obstante, no se reportó el hallazgo de restos humanos ni indicios de que el rancho funcionara como un centro de exterminio, como ahora ha quedado en evidencia luego de que colectivos de búsqueda documentaran con imágenes y videos la presencia de huesos, crematorios clandestinos y pertenencias humanas.
Tres meses después, el colectivo Madres Buscadoras de Jalisco ingresó nuevamente al predio y encontró evidencia de crematorios clandestinos y pertenencias de cientos de personas desaparecidas. La denuncia no generó una reacción inmediata de las autoridades, hasta que el 6 de marzo el colectivo Guerreros Buscadores publicó imágenes de cientos de zapatos abandonados, lo que obligó a la Fiscalía estatal a abrir una investigación.
El caso de Teuchitlán se suma a una larga lista de sitios de exterminio descubiertos gracias a la labor de colectivos de búsqueda, cuyos integrantes han documentado lo que las instituciones tardan meses en reconocer. La presión social y mediática ha sido, una vez más, el factor determinante para que las autoridades actúen en la localización de fosas y la identificación de víctimas.