A punto de iniciar las campañas para renovar las 212 alcaldías de Veracruz, el miedo y la violencia ya se instalaron en la contienda: más de una docena de aspirantes han renunciado por amenazas del crimen organizado, y dos fueron levantados.
La violencia no distingue colores. Los partidos afectados incluyen a Morena, PT, Movimiento Ciudadano y PAN, aunque la respuesta oficial ha sido minimizar. La gobernadora Rocío Nahle aseguró esta semana que en Veracruz “no hay focos rojos” y acusó a aspirantes de “hacer campañas de pánico”.
Sin embargo, los hechos la contradicen. José Hernández Cayetano, candidato del PT a la alcaldía de Las Vigas de Ramírez, fue privado de la libertad el 8 de abril durante una gira por la zona rural del municipio. Apareció al día siguiente, liberado, pero el mensaje fue claro: nadie está a salvo.
Antes, el 1 de abril, quemaron la camioneta de Crispín Hernández Sánchez, candidato del PT en Mixtla de Altamirano. El 23 de marzo, Anell Acevedo, también del PT, se bajó de la contienda por amenazas contra ella y su familia en La Antigua.
Aunque PT y Morena son aliados a nivel federal, en Veracruz no van en coalición en la mayoría de municipios, lo que ha dejado a candidatos del PT sin respaldo institucional en zonas calientes.
Movimiento Ciudadano es otro de los partidos más golpeados. De acuerdo con su dirigente estatal, Luis Carbonell de la Hoz, al menos cinco candidatos renunciaron por amenazas, y ocho han solicitado medidas de protección al OPLE. A nivel estatal, la presidenta del organismo electoral, Marisol Delgadillo, confirmó las solicitudes.
Del lado del PAN, Iván López, aspirante en Cosautlán de Carvajal, también abandonó la carrera luego de recibir amenazas directas contra él y su familia, así como actos de intimidación y vandalismo en su domicilio. “Valoro más la tranquilidad de los míos”, escribió en redes.
La candidata de Morena en Cosoleacaque, Elvia Merlín Castro, renunció el 3 de abril. Lo hizo por miedo, tras recibir amenazas. La respuesta de la gobernadora fue tajante: no hay denuncia formal, solo lo que “se dijo en medios”, y pidió “ser serios”.
Desde el PRI, el dirigente estatal Adolfo Ramírez Arana lanzó una advertencia más cruda: “La delincuencia organizada está metida de lleno en este proceso electoral”.
Mientras los partidos se deslindan y los gobiernos cierran los ojos, los aspirantes siguen cayendo uno a uno, bajados por la narcoestructura que decide quién puede o no puede participar en la elección. En Veracruz, la violencia electoral dejó de ser advertencia: es realidad instalada.
