Según recuerdo, cuando usted militaba en el otro lado de la valla, en la oposición al partido de Estado, eso que describo en el párrafo precedente era exactamente aquello contra lo cual luchaba. Pero usted vendió su primogenitura democrática por un miserable plato de frijol con gorgojo. Ahora lo han enviado a concluir el trabajo sucio: acabar con las reglas de equidad electoral mediante una consulta vergonzosa desde el poder, donde los “consultados” se sientan frente a usted en un formato muy parecido al de la Inquisición. El tufo autoritario de la “consulta” es evidente y sus palabras lo anunciaron: “haremos valer nuestra mayoría”. Con ellas anuncia que regresaremos al tiempo en que el poder se justificaba en nombre de las mayorías y también en su nombre se reprimía al pueblo que se negaba a encajar en el molde del partido hegemónico.
Ustedes, el bloque dominante, tienen la fuerza para imponer su voluntad y disfrazarla de mayoría, pero no les asiste la razón porque lo que buscan es la ruptura del binomio constitucional de mayoría con igualdad. El proyecto articulado de reforma electoral que se conoce es el que propuso el entonces presidente (y hoy oráculo de su movimiento partido) el 5 de febrero de 2024. La iniciativa del expresidente tiene dos núcleos centrales. Uno de ellos es la carnada que atrapa a los ingenuos, pretende la reducción del financiamiento público a los partidos mientras Morena abusa impunemente de los recursos del Estado para el clientelismo electoral, y disminuir los miembros del Congreso, eliminando la representación proporcional. El otro es el anzuelo que oculta la carnada y consiste en el regreso del control electoral al gobierno, eliminando la autonomía del INE y el tribunal por vía de la elección popular de consejeros y magistrados, repartiendo las candidaturas desde los poderes Ejecutivo, legislativo y judicial ya controlados por Morena. Una nueva institución reemplazaría al INE que tendría una estructura ocasional y no permanente, lo que lo hará más débil frente a instancias de gobierno que sí tienen ese carácter. Además, quiere eliminar los OPLES y someter a estados y municipios al control centralizado. Las consecuencias de la iniciativa serían muy claras: reducir al mínimo el pluralismo y la competencia política y asegurar sin competencia la hegemonía de Morena.
Apuesto a que los elementos esenciales de este designio del oráculo reaparecerán en la iniciativa posterior a la consulta que usted conduce. En esencia, romperán lo básico de la democracia, que es la toma de decisiones por la mayoría de los votantes libres de presiones, manteniendo, a la vez, los derechos igualitarios de los ciudadanos, entre los cuales destaca eminentemente el derecho humano a cambiar de partido en el gobierno. Cuando la “mayoría”, o sea ustedes, decide suprimir los derechos democráticos, tal mayoría ya no es democrática sino autoritaria o algo peor, totalitaria. Por eso, señor Gómez, salvo prueba en contrario, su consulta es una farsa.
EL UNIVERSAL
