Bajo la gastada cantaleta de que había “corrupción” –que sí la hubo, pero se supone que los que llegaron la iban a erradicar-, el gobierno desapareció el Fonden sin sustituirlo por otra manera de hacer frente con recursos inmediatos a las emergencias por contingencias naturales. Simplemente, como sucedió con todos los fideicomisos que extinguieron con el mismo pretexto, se quedaron con el dinero y dispusieron del mismo de manera discrecional.
En paralelo, la gobernadora Rocío Nahle justificó una decisión que le atrajo un alud de críticas en medio de la tormenta: la no renovación del seguro catastrófico del estado, alegando que se sustituirá por un fideicomiso estatal creado al vapor por el Congreso del Estado.
Según Nahle, su administración cuenta con “recursos propios y un Fideicomiso de Protección Civil para la atención de desastres y emergencias sin depender de aseguradoras que durante años resultaron ineficientes y costosas para el erario”.
“Tan solo con el huracán Grace, el Estado pagó 150 millones de pesos por año en pólizas, y después de meses solo se le regresaron 25 millones, y eso tras cumplir con requisitos absurdos: comprobar factura por cada lámina o silla dañada. Esa es la realidad de cómo operan las aseguradoras.
Más allá del discurso demagógico e ideologizado, lo que queda en el aire y que en ningún momento se toman la molestia de explicar es ¿de cuánto será ese fideicomiso? ¿Cómo se fondeará este año, ya que no está contemplado en el Presupuesto 2025? ¿Qué reglas de operación tendrá? ¿Qué mecanismos de transparencia y rendición de cuentas se aplicarán? Ante eso, solo hay un silencio absoluto. Pero cuidado y se cuestione a la gobernadora, porque reacciona… como ya vimos que reacciona.
Lo único claro es que el fideicomiso, hasta ahora, es un fantasma. Un recurso meramente discursivo para justificar la omisión. Y mientras tanto, los damnificados reciben apoyos insuficientes con los que, si acaso, evitarán morirse de hambre por un tiempo, pero que de ninguna manera servirán para recuperar techos y patrimonios perdidos.
La responsabilidad institucional no se mide por el número de conferencias ni por los montos de apoyo anunciados que vaya a saber si de verdad se envían, sino por la capacidad real de respuesta, por la congruencia entre el discurso y la acción, y por el respeto a la dignidad de quienes lo han perdido todo.
Dinero a la basura
Al más puro estilo del viejo –y más vivo que nunca- régimen, el morenato en Veracruz gasta ingentes sumas de dinero en amanuenses y textoservidores que defienden las pifias del gobierno más allá de la ignominia, que se lanzan como perros rabiosos contra quien critique y cuestione a la “jefa” y que se desviven por demostrar quién se puede arrastrar más abajo del nivel del mar.
Dinero tirado al caño, porque no inciden en nada. No crean opinión pública. A lo mucho, dan risa y lástima. Baste ver lo que les contestan en sus redes.
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