Ciudad de México.- Comerciantes del primer cuadro del Centro Histórico de la Ciudad de México experimentaron severos daños durante la marcha del 2 de octubre, con pérdidas económicas estimadas en más de 16.7 millones de pesos, mientras manifestaban su rechazo a la violencia ejercida por grupos encapuchados.
Los eventos del pasado 2 de octubre han quedado grabados en la memoria colectiva de los comerciantes del Centro Histórico de la Ciudad de México, quienes aún lidian con las consecuencias de una marcha calificada por algunos como la más violenta que se recuerda. Entre los más afectados se encuentran las joyerías, que sufrieron destrozos importantes mientras trataban de mantener la calma y la seguridad.
El ambiente matutino del día posterior a la marcha reflejaba un escenario de recuperación, con varios negocios dedicados a labores de limpieza y seguridad para prevenir futuros ataques. Sin embargo, las pérdidas ya son visibles: más de 3,442 unidades económicas cerraron anticipadamente, sumando más de 16.7 millones de pesos en pérdidas por ventas no realizadas, según datos proporcionados por la Cámara Nacional de Comercio, Servicio y Turismo de la Ciudad de México (Canaco CDMX).
La violencia, atribuida principalmente a miembros del denominado “bloque negro”, dejó en evidencia tanto la eficaz organización de los atacantes como la insuficiencia de protocolos de seguridad existentes. Pese a la instalación previa de vallas metálicas por parte de las autoridades, las medidas resultaron prácticamente ineficaces para prevenir daños mayores a la propiedad, mientras que el número de detenidos no superó la cifra simbólica de uno solo.
Además del impacto inmediato, la escena dejó un mensaje negativo hacia la comunidad comercial y económica de la histórica zona, que pide a gritos medidas más efectivas de protección y sanción para aquellas personas que bajo el disfraz de la protesta atacan con impunidad. Con pérdidas económicas valoradas en decenas de millones de pesos, los comerciantes claman por protección que garantice su medio de vida frente al vandalismo indiscriminado y la pasividad de las fuerzas del orden.
