Coatzacoalcos, Ver,- La gente de Mundo Nuevo no quiere discursos. Quiere que alguien les diga qué es lo que están respirando. Por eso, cuando el diputado federal Enrique Villegas apareció en el bloqueo que mantenían sobre la carretera Coatzacoalcos–Villahermosa, lo recibieron con gritos, silbidos y un rechazo claro: no les sirve un político que llega sin respuestas.
El bloqueo, que llevaba más de 17 horas, fue la respuesta de la comunidad al fuerte olor químico que desde hace días invade el aire. Los vecinos dicen que la peste viene de la zona industrial, pero nadie —ni Pemex ni autoridad alguna— ha explicado qué sustancia flota sobre sus casas.
Villegas se bajó de su vehículo y caminó entre los manifestantes intentando hablar. Pero no duró mucho. “¿Y este quién es?”, preguntó alguien. Lo rodearon. Lo encararon. Le reclamaron su ausencia. “Usted ni vive aquí, ¿qué va a saber de lo que sufrimos?”, soltó una mujer. El legislador se exaltó y terminó discutiendo con varios. Lo corrieron.
Para los vecinos, lo que está pasando va más allá del olor. Es el silencio. La indiferencia. La costumbre de que nadie los escuche hasta que protestan. Dicen que ya se cansaron de fingir paciencia.
“Hay niños, hay abuelos, hay enfermos respirando eso. Y nadie viene, nadie dice nada. Solo cuando los corremos aparecen en la tele a decir que están preocupados”, dijo un poblador.
Hasta ahora, Pemex guarda silencio. No ha enviado cuadrillas ni técnicos. No hay boletín oficial. El bloqueo, mientras tanto, mantiene paralizado un tramo clave del sur veracruzano. Los automovilistas esperan, los manifestantes también.
Y en medio de la pestilencia, lo único claro es que la confianza se evaporó hace mucho.
