
Xalapa, Ver.- Los primeros cien días de una administración suelen ser un punto de inflexión, una oportunidad para evaluar avances y marcar el rumbo de los años venideros. Sin embargo, en Veracruz, la gobernadora Rocío Nahle García ha decidido conmemorar su breve estancia en el poder en medio de una crisis de violencia, corrupción y descontento social. Mientras la mandataria habla de poner de moda al Estado, lo único que parece repetirse con constancia son los episodios de inseguridad, los conflictos magisteriales y la impunidad.
Este sábado 8 de marzo, Nahle ofrecerá un informe en el Teatro de la Ciudad y Centro de Convenciones de Coatzacoalcos, un acto que busca afianzar su imagen y cosechar aplausos. Pero más allá de la narrativa oficial, Veracruz enfrenta una realidad cruda y violenta: dos masacres en Coatzacoalcos, secuestros de funcionarios en Poza Rica, ejecuciones en Córdoba y asesinatos en Papantla, sin contar que el Estado ocupa el segundo lugar nacional en extorsión.
A la violencia cotidiana se suman hechos alarmantes como el envío de explosivos por paquetería. El 25 de febrero, un paquete bomba explotó en un domicilio de Papantla, y dos semanas después, tres dispositivos disfrazados de perfumes fueron localizados en Poza Rica. La respuesta del gobierno ha sido insuficiente, y en algunos casos, preocupante: allanamientos ilegales por parte de la Policía Estatal han sido justificados sin mayor cuestionamiento desde la administración estatal.
En el ámbito educativo, el descontento crece. Maestros han salido a las calles en marchas, bloqueos y protestas, señalando el desorden en la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV). Las irregularidades heredadas de la administración de Cuitláhuac García Jiménez no han sido resueltas: 700 plazas fantasma y un daño patrimonial de 43 millones de pesos por pagos indebidos siguen sin esclarecerse.
El deterioro institucional no se limita a la seguridad o la educación. En el Congreso del Estado, la reportera Concepción Sánchez fue agredida por un funcionario mientras intentaba cuestionar a la secretaria de Cultura, Xóchitl Molina, sobre el trato indigno a artesanos indígenas en un evento en Xalapa. Molina, en lugar de intervenir, siguió caminando con indiferencia, dejando en evidencia el desprecio oficial hacia la prensa y las comunidades marginadas.
En este contexto, la celebración de los cien días de gobierno de Rocío Nahle no solo parece un ejercicio de autoelogio prematuro, sino también una muestra de desconexión con la realidad. Veracruz no necesita ceremonias ni discursos triunfalistas; necesita respuestas, acciones y resultados concretos ante el caos que sigue marcando el día a día de sus habitantes.