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El huracán Otis, uno de los más potentes registrados en la costa del Pacífico mexicano, ha dejado trágicos resultados, con al menos 39 personas fallecidas y otras 10 personas aún desaparecidas.

Este poderoso ciclón, que tocó tierra como un huracán de categoría 5, afectó de manera significativa al estado de Guerrero, con un impacto particularmente devastador en la ciudad de Acapulco. Sus vientos sostenidos alcanzaron los 260 km/h, con ráfagas que superaron los 315 km/h, ocasionando daños severos en la infraestructura, así como problemas en el suministro de energía eléctrica, telefonía e internet.


 

Los comercios también sufrieron daños en sus fachadas y enfrentaron incidentes de saqueo después de la tormenta. Además, algunas áreas de Acapulco se vieron inundadas debido al desbordamiento de ríos y arroyos.

Como respuesta a esta crisis, el gobierno ha movilizado a las fuerzas militares, la Marina y la Guardia Nacional. Un convoy con ayuda humanitaria partió desde la Ciudad de México por tierra, ya que el aeropuerto de Acapulco también sufrió daños considerables.

Aproximadamente, se estima que el 80% de los hoteles en Acapulco han resultado dañados, y las autoridades locales están trabajando arduamente para restaurar el suministro de electricidad y el abastecimiento de agua potable en la zona.

La Comisión Federal de Electricidad, la empresa estatal de energía eléctrica de México, ha movilizado a más de 1,300 empleados para restablecer el suministro de luz en la región, ya que alrededor de 300,000 personas aún permanecen sin electricidad.

El presidente Manuel López Obrador ha anunciado que el gobierno brindará apoyo a hoteleros y comerciantes para ayudar a reparar los daños y revitalizar el turismo en la zona afectada.

La secretaria de Seguridad, Rosa Rodríguez, informó que el ciclolón provocó el colapso de 50 torres

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