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ESPECIAL

Madrugada, luz fría y un caos bien organizado. El eco de las voces resonaba en ese gimnasio convertido en el recinto de la Cámara de Diputados, lejos del Palacio Legislativo. Ahí, Morena y sus aliados hicieron sentir el peso de su aplanadora parlamentaria, aprobando en lo general la reforma judicial que cambiará la elección de ministros, magistrados y jueces por voto popular. ¡Vaya maniobra! En plena madrugada, en la Sala de Armas de la Magdalena Mixhuca, la maquinaria de la 4T no se detuvo.

Protestas afuera. Bloqueos. Empleados del Poder Judicial y estudiantes se oponían a la iniciativa. ¿El resultado? Diputados buscando cómo entrar, cómo sesionar, cómo avanzar. Y lo hicieron. La jornada se extendió por horas. Sesión agitada, rostros tensos. Entre gritos y aplausos, la mayoría morenista mostró músculo: 359 votos a favor, 135 en contra. No hubo abstenciones. ¡Todo un espectáculo!


 

La reforma, dicen, viene a transformar el Poder Judicial. Se acabará el Consejo de la Judicatura, nacerá el Órgano de Administración Judicial, y la Suprema Corte se reducirá a nueve ministros. ¡Vaya cambio! Las reservas empezaron a discutirse entrada la madrugada. Eran ya las 4:30 de la mañana y no había descanso.

Ahí estaban los opositores, alzando la voz. El diputado del PRI, Jericó Abramo Masso, advertía que la reforma era una respuesta apresurada, mal pensada, un golpe a la justicia. “Esto no resuelve nada”, decía. Desde el PAN, Mary Carmen Bernal Martínez pintaba un cuadro dramático: “Esta reforma es venganza, una represalia del Ejecutivo”. Y el eco seguía.

Del otro lado, Ricardo Monreal defendía la reforma con pasión. Las porras no faltaban, y con ellas, las loas al presidente López Obrador y a Claudia Sheinbaum. El Poder Judicial, según Monreal, se había metido en donde no debía, había desafiado las reformas clave del Presidente. “Esto es lo que ahora tenemos”, sentenció Monreal, sin titubeos.

Así, con 72 oradores y horas de debate, Morena y sus aliados consiguieron lo que buscaban: aprobar en lo general una de las reformas más ambiciosas. El trámite en lo particular aún queda por delante, pero la aplanadora de la 4T no parece detenerse.

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