Un disparate con botas
Una de las virtudes del presidencialismo priista fue que los expresidentes jamás abrieron el pico para criticar a su sucesor, por el contrario, su silencio fue sepulcral incluso cuando recibieron ataques.
Esta regla no escrita se acató con rigurosa obediencia al grado que José López Portillo llegó a decir, “no sólo tragamos sapos sino que aguantamos vara”, mientras sus sucesores se daban vuelo acusándolos de todos los males que aquejaban al país.
La excepción fue Luis Echeverría que habló todo su sexenio y se siguió de largo, hasta que el propio López Portillo lo mandó a las Islas Fiji, allá por donde se perdió Tarzán, a ver si por aquellos rumbos dosificaba la actividad de su lengua. Pero ni así le bajó don Luis.
¿Es sano que los expresidentes eviten hablar de política? Sí. Creo que no tienen por qué corregirle la plana a su sucesor cuando en su tiempo cometieron las mismas o peores babosadas. Pero lo que no deben hacer, es quedarse callados cuando son atacados de manera inmisericorde como lo hace Andrés Manuel con Felipe Calderón.
Ahora, un poco de congruencia ayuda mucho.
Durante todo su sexenio Vicente Fox se negó en redondo a legalizar el consumo de la marihuana, pero como ex presidente se convirtió en un férreo defensor de su legalización y acusó de “obtusa cerrazón” la decisión de sus sucesores de no hacerle segunda.
Aunque ojalá esa fuera su única incongruencia, su único desbarre, pero qué va.
Si como presidente ha sido uno de los sucesos más desafortunados para México, como ex presidente Fox es un dislate con botas; todo él es un absurdo, un desatino y un disparate.
Por salud mental y por sanidad del país, deberían prohibirle hablar de política y sobre todo, hacer comentarios en sus redes porque vaya manera de decir sandeces en unos cuantos caracteres.
Fox es como el tío Chueco al que todo le sale al revés.
Cada vez que tunde a López Obrador el tabasqueño sube al menos dos puntos en las encuestas. Y cada vez que muestra su solidaridad a Xóchitl Gálvez la hidalguense se cimbra y se pandea.
Su última tarugada fue retuitear un mensaje antisemita y xenofóbico que simplemente no va en estos tiempos que corren: “Sheinbaum es judía búlgara; Marcelo es fifí francés; Noroña es extraterrestre y Adán Augusto es de Transilvania. ¡La única mexicana es Xóchitl!”
Por Dios, qué es eso. ¿Dónde quedó el respeto que se debe a sí mismo?
Si su intención era apoyar a la hidalguense, el chistecito le salió caro porque lo despedazaron en las redes, al grado que bajó el mensaje y ofreció una disculpa a la comunidad judía, pero el daño a la señora Gálvez ya estaba hecho.
Muy oportunamente Xóchitl se deslindó al manifestar: “Vicente Fox no me representa, me invitó a trabajar en su gabinete y cumplí, pero hasta ahí. Es más, tiene rato que ni lo veo”. Y con eso pintó su raya.
En Palacio Nacional contraatacaron y ordenaron clausurar una de las tiendas “Paradise” especializada en la venta de marihuana y de la que Fox es socio. Mientras que el consejero político nacional del PRI, Jorge Garcés, pidió quitarle el celular y que por el bien de Xóchitl no lo dejen salir de su casa hasta que pasen las elecciones del 2024.
Si este servidor tuyo lector no fuera aprendiz de reportero desde hace más de 30 años, apoyaría con gusto esa moción porque Fox no sólo es un peligro para los candidatos de la alianza; es un atentado contra México.
Pero periodísticamente el tipo es un bocato di cardinale porque es famoso y por lo tanto popular; es boquiflojo y por lo general tiene chispa para decir sus gracejadas, aunque con demasiada frecuencia suelta comentarios irritantes e irreverentes que ponen a temblar a todo mundo. Además es un payaso, pero cada vez que abre la boca o escribe un tuit, se convierte en noticia.
Si la ciudadanía, los partidos políticos y hasta su querida Martita le piden que se calle y guarde un sensato silencio hasta después del 2 de junio del 2024 están en todo su derecho.
Pero quienes nos dedicamos a esto de informar, debemos aprovechar que de sensato no tiene nada y buscar por todos los medios una o varias entrevistas donde se dé vuelo vomitando babosadas.
Porque será el sereno pero las babosadas venden y en ese sentido, cómo vende este fulano.