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La grotesca campaña que llevan a cabo Javier Duarte de Ochoa y sus operadores más cercanos para posicionarse en medios de comunicación no solo responde a sus deseos de venganza. Obedece también a una estrategia para volver a la política en el estado de Veracruz.

La protección que les brindó el régimen de Enrique Peña Nieto, aunada a la incapacidad del gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares y de la Fiscalía encabezada por Jorge Winckler Ortiz para armar procesos penales sólidos en contra de varios ex funcionarios del gobierno duartista –junto con la venta de impunidad para otros tantos-, tiene a todos fuera de la cárcel.


 

Y hay que puntualizar que están libres no porque sean inocentes del saqueo a Veracruz y la destrucción de su convivencia en comunidad, sino porque les dejaron abierta la puerta para evadir la justicia, sin que el gobierno estatal entrante moviera un dedo para evitarlo. Y Duarte, cuyo proceso es federal, más temprano que tarde obtendrá su libertad también.

La defenestración total del yunismo y la persecución emprendida en su contra por el gobierno estatal morenista ha envalentonado a los duartistas, que ya hasta se dan el lujo de hacer política local, como es el caso del ex coordinador de Comunicación Social y ex secretario de Desarrollo Social de la administración de Duarte de Ochoa, Alberto Silva Ramos.

Este fin de semana, el también ex diputado federal por Tuxpan –que evitó ser aprehendido en 2017 gracias al fuero y a la protección de la bancada del PRI en San Lázaro- comenzó su campaña para buscar por segunda ocasión la presidencia municipal de Tuxpan –cuyo primer periodo ni siquiera concluyó-, al convocar a una reunión con unas mil 400 mujeres sin más causa ni propósito que la de promover su imagen, rodeándose además de operadores políticos de aquella región, de variada filiación partidista.

Incluso, algunos medios de la zona reportaron que Silva Ramos busca una alianza PVEM-PT-Morena para su pretendida candidatura a la alcaldía tuxpeña, lo cual no solo no suena descabellado, sino que sería un paso lógico, dada la circunstancia política actual.

No hay que olvidar que uno de los principales aliados de Alberto Silva –además de Javier Duarte, a quien se sospecha le escribe el bodrio que publica semanalmente- es el ex gobernador de Chiapas y actual senador del Partido Verde, Manuel Velasco Coello, hoy en día un entusiasta de la llamada “cuarta transformación” y quien cobijó al duartista en su estado durante el embate del yunismo, una vez que a aquél se le terminó la protección del fuero constitucional.

Es en ese contexto que Javier Duarte ha reforzado su presencia en medios de comunicación y en redes sociales, con la absoluta complacencia de las autoridades federales que le conceden canonjías a las que no solamente no tiene derecho, sino que de ninguna manera le permiten a otros políticos procesados penalmente. ¿O acaso ha visto algún tuit o alguna entrevista con la ex secretaria de Desarrollo Social del peñismo, Rosario Robles Berlanga, desde que fue detenida e ingresada a prisión por el gobierno de la “4T”?

Pues Javier Duarte no solo tuitea a placer, intimida reporteros críticos a su persona y concede entrevistas a quien quiere –la noche de este lunes anunció que será entrevistado en el noticiero matutino de Televisa este martes-. Ya hasta se permite darle “consejos” al actual gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, en materia de seguridad pública. Eso sí, con mucho “respeto”.

Los duartistas están de regreso con todo. Y el régimen de la “transformación” y la “honestidad” luce bastante conforme con ese hecho.

 

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