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La nueva ocurrencia del candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador, es que congelará el precio de los combustibles durante tres años. Para muchos sonará bien, pero en realidad es otra ocurrencia peligrosa que terminará castigando, sobre todo, a los más pobres.

Los precios de los combustibles no pueden ser fijados por el gobierno en turno y mucho menos se los puede congelar. Esos precios dependen de muchos factores, nacionales y sobre todo internacionales, y subvencionar las gasolinas y los otros combustibles a costa del erario es una forma de redistribuir el ingreso en contra de quienes menos tienen. Los subsidios a la gasolina en nuestro país, a pesar de tener un mercado, ahora, relativamente abierto, siguen sumando, aproximadamente, 200 mil millones de pesos al año. Adoptar una medida como la que propone López Obrador incrementaría drásticamente esa cantidad.

Pero a eso hay que sumarle otras ocurrencias que son igual de peligrosas, pero que se concatenan. Dice López Obrador que podrá hacer eso porque construirá cuatro nuevas refinerías que permitirán bajar los precios de los combustibles. Sencillamente no es verdad ni tampoco es posible que eso ocurra. No se necesitan nuevas refinerías y ni siquiera es necesario refinar el crudo en México, cuando existen redes de refinerías en todo el mundo y en nuestro caso, sobre todo, en EU, que están dispuestas a refinar a precios internacionales. La refinería que más utiliza Pemex, en Houston, es además, propiedad de la propia empresa, en sociedad con una empresa estadunidense. Construir cada refinería implicaría, por lo menos, unos dos mil millones de dólares y tomaría años. Por lo que cuesta construir una sola refinería se puede adquirir toda una cadena de refinerías en EU. Ningún país, salvo China, con una realidad diferente a la nuestra, está construyendo hoy en día refinerías. Se usan las que ya existen.


 

Porque, además, el negocio para México no es la refinación, sino la explotación petrolera. Según información de Petróleos Mexicanos, el costo de producción promedio de Pemex de un barril de petróleo es de 6.12 dólares, hoy se vende un poco por debajo de los 60 dólares por barril, o sea que se gana diez veces el valor de producción. Cada barril tiene 159 litros de petróleo, cada litro cuesta alrededor de 77 centavos de peso.

De cada litro de petróleo se extrae aproximadamente un 45 por ciento de gasolina, lo que depende de la calidad del hidrocarburo y también del tipo de crudo que se envía a una determinada refinería (no todas pueden procesar todo tipo de crudo). Se requieren poco más de dos litros de petróleo para producir un litro de gasolina. Un litro de gasolina en refinería cuesta cerca de dos pesos. Los costos diferenciales a la hora de la venta y comercialización están formados por impuestos especiales y costos de distribución, mermas, etc. Para el país es mucho mejor negocio exportar crudo, cobrar en divisas esas exportaciones y enviar, como ahora, crudo pesado, de difícil refinación a EU y refinar allá la gasolina que se venderá aquí en pesos sobre los que se aplican los impuestos correspondientes.

Recordemos que México hoy no es autosuficiente en energéticos. Hasta que no comiencen a producir los nuevos pozos y proyectos de producción que se han licitado a partir de la Reforma Energética (los mismos que López Obrador dice que va a cancelar o, por lo menos, revisar), no aumentaremos nuestra producción que ha caído con Cantarell. Entonces, destinar ese crudo, como dice AMLO a refinar en nuestro país, en lugar de exportarlo, es un doble error: el costo de la refinación crecerá, se tendrán que invertir miles de millones de dólares en las refinerías y nos quedaremos sin los recursos producto de la exportación petrolera. Pero si a eso le sumamos que el gobierno “congelará” los precios por decreto ese costo se disparará aún más porque crecerá inevitablemente el subsidio.

Ya se ha hecho eso: ocurrió en México con López Portillo y ya sabemos cómo terminó la historia. Lo hizo Venezuela en el gobierno de Hugo Chávez y luego con Nicolás Maduro y el resultado es una catástrofe nacional, y lo digo sin exageración. PDVSA, la empresa petrolera venezolana era la más lucrativa del mundo, sus recursos alcanzaban para mantener una relativa prosperidad en el país. Chávez decidió utilizar el petróleo en su beneficio político y lo mismo se congelaron los precios de los combustibles a tal nivel de que era más barato un litro de gasolina que un refresco en Venezuela. Pero también se hacía diplomacia petrolera, se regalaba o enviaba petróleo a precios muy bajos a otros país. Por ejemplo, Chávez le enviaba (aún lo hace Maduro) crudo a precios muy por debajo del mercado a Cuba, allí lo refinaban y lo vendían en los mercados internacionales en divisas fuertes. De eso se mantuvo y se mantiene aún buena parte de la economía cubana. Pero para los venezolanos ha sido terrible: su economía tiene los peores números del continente, en Caracas no hay comida ni medicinas, la caída del nivel de vida es dramática y la gallina de los huevos de oro, PDVSA, se ha derrumbado.

Estas son las ocurrencias (“congelaré el precio de los combustibles”) que pueden servir para alcanzar votos, pero que si se aplican nos llevarán al desastre: todo el programa energético de López Obrador adolece de estas mismas fallas.

 

(Tomado de Excélsior)

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