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Transcurren las campañas políticas para renovar los 212 ayuntamientos de Veracruz en medio del hartazgo de la gente. Un muy mal humor social es el marco en que se da la lucha de partidos y candidatos por buscar el voto, un estado de ánimo nutrido por diversos factores, pero que puede leerse a partir de las percepciones que tiene el ciudadano de la política y sus principales actores.

La gente está hasta el copete de los políticos, de sus latrocinios, promesas y engaños.

El festín de corrupción, impunidad y cinismo al que asistimos en México y Veracruz no tiene parangón en la historia reciente del país. Que los senadores de todas las fuerzas políticas se resistan a designar al Fiscal Anticorrupción lo dice todo.


 

Igual que el curso que ha seguido la persecución y castigo a Javier Duarte y cómplices que saquearon al estado de Veracruz. Que la esposa del ex gobernador la hayan dejado ir tan tranquila, con todas las evidencias que la ligan a la banda, y que el titular de la Procuraduría General de la República declare que no tienen delitos por qué perseguirla, lo dice todo.

Lo mismo que el que veamos en Veracruz tan felices y campantes a buena parte de quienes participaron en el quebranto, en la red de corrupción y en la trama de empresas fantasmas. Cómo creer en la real aplicación de la ley y el combate a la impunidad cuando es evidente que hubo arreglos, al estilo mafioso, para no tocar a determinados personajes.

El desencanto de la gente es mayúsculo. Y sus percepciones no dejan lugar a dudas.

Va una lista a vuela pluma de las percepciones de la gente respecto a los políticos y al estado de cosas que nos lastra:

  • Que los partidos políticos, sus legisladores y funcionarios en todos los niveles de gobierno no tienen llenadera.
  • Que la actividad política se ha convertido en una vía para el enriquecimiento ilícito, los negocios, el tráfico de influencias y el uso patrimonialista del poder.
  • Que estamos atrapados en la red de intereses de los partidos políticos, pues sus legisladores negocian la ley y buscan sacar ventajas indebidas en la aprobación de iniciativas y como colofón usan el fuero para protegerse.
  • Que los responsables de los gobiernos, partidos, e instituciones varias, aunque aparenten y nos digan  lo contrario, son alérgicos a la real rendición de cuentas.
  • Que lo único que les interesa a los políticos es ganar la siguiente elección y negociar todo lo negociable, y hasta lo que no, para alcanzar el próximo puesto, la siguiente nómina y presupuesto a los que se les hincará felizmente el diente.
  • Que las campañas políticas y las elecciones en nuestro país son un gasto inútil y ofensivo.
  • Que las promesas de campaña,  como diría Joaquín Sabina, duran “lo que dos peces de hielo en un whiskey on the rocks”.
  • Que México y Veracruz no tienen remedio con los mismos grupos, las mismas caras, los mismos apellidos, las mismas mañas e idéntica vocación depredadora de los recursos públicos.

En ese contexto y en ese ánimo de la gente han salido a buscar el voto ciudadano los candidatos y candidatas de todos los partidos. A tomarse selfies, a poner su mejor sonrisa en los espectaculares, a lanzar jingles pegajosos, a abrazar y saludar al que se deja, a bailar, a ir de casa en casa ofreciendo el oro y el moro, a decirnos que por favor les creamos, que ahora sí cumplirán, que les demos oportunidad de que “siga el cambio” o de que “resurja” nuestro amor.

Ven la tempestad y no se hincan.

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