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ESPECIAL

Brooklin, Nueva York.- El juicio de Genaro García Luna alcanzó una de sus etapas más trascendentales este miércoles 16 de octubre, cuando el exsecretario de Seguridad Pública durante el sexenio de Felipe Calderón fue condenado a 460 meses de prisión, equivalentes a poco más de 38 años, por cinco delitos relacionados con su presunta vinculación con el narcotráfico.

Vestido de saco azul y camisa blanca, en lugar del tradicional uniforme naranja de los reos, García Luna escuchó con seriedad el fallo emitido por el juez Brian Cogan en la Corte del Distrito Este de Nueva York. Además de la sentencia de cárcel, se le impuso una multa de 2 millones de dólares por el primer cargo, junto con cinco años de libertad supervisada por los delitos uno al cuatro. Por el quinto cargo, deberá cumplir seis meses adicionales de prisión.


 

La defensa del exfuncionario había solicitado una pena de 20 años, alegando que la condena propuesta por la Fiscalía era excesiva. Sin embargo, el juez Cogan, aunque decidió no dictar cadena perpetua, señaló que García Luna merecía una dura sentencia por el impacto de sus acciones. “No le doy cadena perpetua porque quiero darle una luz al final del túnel”, dijo Cogan, argumentando que García Luna había mostrado cierto esfuerzo por reformarse, incluso impartiendo clases durante su tiempo en prisión.

El juicio de García Luna no solo representa una de las caídas más estrepitosas de un alto funcionario mexicano, sino que también es un hito en la relación México-Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico. Con su condena, García Luna, quien fue la cabeza visible de la “guerra contra el narco” en México, se convierte en el funcionario de mayor rango condenado por sus vínculos con los cárteles.

El jurado, compuesto por siete mujeres y cinco hombres, escuchó durante 17 sesiones a 26 testigos, muchos de ellos narcotraficantes, quienes detallaron cómo García Luna había recibido millones de dólares a cambio de proteger a los cárteles de Sinaloa y de los Beltrán Leyva. La Fiscalía, a través de su narrativa, retrató al exfuncionario como un hombre que había vivido una doble vida, fungiendo como miembro de una familia respetada mientras facilitaba una vasta red de actividades criminales.La sentencia, que fue aplazada al menos cinco veces, marcó el final de un largo proceso que comenzó con la detención de García Luna en diciembre de 2019, cuando fue capturado en Dallas, Texas, y trasladado al Centro de Detención Metropolitano de Brooklyn, la prisión conocida como “la cárcel de los famosos”, donde ha compartido espacio con figuras como Ismael ‘El Mayo’ Zambada, el rapero Sean ‘Diddy’ Combs y el exmagnate de las criptomonedas Sam Bankman-Fried.

Pese a las pruebas presentadas en su contra, García Luna ha mantenido su inocencia, asegurando que la Fiscalía lo persiguió por no aceptar un acuerdo de culpabilidad en 2019. En una carta dirigida al público semanas antes de la sentencia, reiteró su postura, calificando el juicio como un acto de represalia.

La familia de García Luna, encabezada por su esposa, Linda Cristina Pereyra, y su hija, Luna Sofía García Pereyra, llegó a la corte poco antes de la audiencia, donde fue recibida por un grupo de manifestantes que, entre gritos de “¡Justicia!” y “¡Sigue tú, Felipe Calderón!”, apuntaban al expresidente mexicano, sugiriendo que este juicio es solo el principio.

El presidente Andrés Manuel López Obrador no tardó en reaccionar a la noticia, señalando que la condena a García Luna confirma la “culpabilidad” del exfuncionario y de quienes, en su opinión, lideraron un régimen marcado por la corrupción y la connivencia con el crimen organizado.

Con más de 30 años por delante en prisión, García Luna saldría de la cárcel con más de 90 años de edad, dejando atrás su imagen de poderoso arquitecto de la seguridad pública en México, y enfrentando las consecuencias de un juicio que, sin duda, quedará registrado en la historia de ambos países como un ejemplo de la compleja batalla contra el narcotráfico y la corrupción.

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