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ESPECIAL

Washington, DC.- “American first” resonaba por todas partes y tras la victoria de Donald Trump en la elección presidencial resonaron tres dilemas, tres retos para la relación bilateral México-Estados Unidos: migración, combate a cárteles del crimen organizado y renegociación del Tratado de Libre Comercio.

“American first” se escuchaba en una noche como pocas, con un frío que helaba hasta los pensamientos, cuando Washington vibraba al ritmo de la victoria inesperada: Donald Trump volvía a la Casa Blanca. Entre luces titilantes y la densa niebla del amanecer, se anunció el regreso del controvertido líder que había vencido a Kamala Harris, y, con ello, la promesa de una era nueva y familiarmente oscura en las relaciones entre Estados Unidos y México.


 

Su discurso de victoria, tan intempestivo como el anuncio en sí, fue una declaración de guerra simbólica, una llamada a sellar las fronteras, a retomar esa gigantesca muralla que nunca llegó a construirse del todo, y a fortalecer la vigilancia de su país sobre el otro lado. Y aunque Trump no precisó cómo lo haría, todos comprendían el sentido de sus palabras. Entre líneas, se leía la continuación del muro, los retenes y la militarización fronteriza; en los rostros de los presentes, el reflejo de la preocupación era evidente.

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, poco antes de conocer los resultados en EE.UU., ya había anticipado su disposición a mantener una “buena relación” con quien fuera el sucesor de Biden. Sin embargo, los retos se vislumbran difíciles; los tres temas principales para la diplomacia mexicana con el nuevo gobierno Trump serán la migración, la renegociación del T-MEC y el combate al narcotráfico.

Migración: los primeros desafíos
La política migratoria fue uno de los pilares de la primera administración de Trump, y todo parece indicar que esta será de nuevo su carta de presentación en la relación bilateral. Apenas días antes de la declaración oficial de su victoria, Trump lanzó su primera amenaza a México: imponer aranceles a todas sus exportaciones si no detiene el flujo de migrantes indocumentados. El presidente electo advirtió que las tarifas arancelarias podrían comenzar en un 25%, escalando progresivamente si el gobierno mexicano no fortalece el control fronterizo para frenar la migración.

La amenaza de Trump busca replicar el modelo de presión arancelaria empleado durante su primer mandato, cuando el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador accedió a implementar el programa Quédate en México para detener a los solicitantes de asilo en el país. Esta medida, sin embargo, trajo consigo críticas de organismos internacionales y situaciones complejas para los migrantes varados en territorio mexicano.

Nuevas aranceles y la industria automotriz en la mira
Trump también señaló su intención de utilizar tarifas arancelarias como herramienta de presión en otros sectores estratégicos. Amenazó con imponer un arancel de hasta el 200% a las exportaciones de vehículos provenientes de México que incluyan piezas o componentes de origen chino. El mensaje, aunque contundente, pone en riesgo la economía de México en un momento en que la industria automotriz representa uno de sus sectores más importantes en términos de empleo y exportación.

Una posible renegociación del T-MEC
El próximo año traerá consigo la reapertura de varias cláusulas del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), acuerdo que fue renovado durante la primera presidencia de Trump. Se espera que el presidente electo exija mayores concesiones de México en sectores como energía, reglas de origen, agricultura (particularmente en relación al maíz transgénico), leyes laborales, medio ambiente y la producción de productos químicos. Para Trump, el T-MEC fue siempre un instrumento de reafirmación de la soberanía económica de Estados Unidos, y su segundo mandato podría traducirse en un ajuste aún mayor para sus socios comerciales.

Guerra al narcotráfico y la crisis del fentanilo
La lucha contra el narcotráfico es un tema que Trump ha manejado con especial interés. En su última campaña, el republicano no dudó en señalar que usaría la fuerza del Pentágono para erradicar a los cárteles mexicanos. Dentro de sus propuestas, que algunos califican como extremas, contempla el uso de misiles contra localizaciones específicas en México, supuestamente donde operan los cárteles, y la posibilidad de una invasión militar si considera que el gobierno mexicano no coopera de manera satisfactoria.

La crisis de consumo de fentanilo en Estados Unidos, una de las principales preocupaciones de la administración Trump, ha cobrado alrededor de 300 vidas diariamente en su país, según estimaciones recientes. Aun así, el mandatario parece enfocado en el control militar antes que en políticas de salud pública o programas educativos para reducir el consumo de opioides en su propio país.

La incertidumbre de una política impredecible
La política exterior de Trump se perfila, nuevamente, como una estrategia de “mano dura”, con acciones unilaterales que podrían tensar la relación con su vecino del sur. Para México, el desafío será equilibrar sus intereses comerciales y diplomáticos sin ceder ante las presiones de su poderoso vecino.

Con este nuevo capítulo de la administración Trump, los pronósticos para la relación bilateral se tornan complejos y con implicaciones significativas en el ámbito migratorio, económico y de seguridad. La Casa Blanca, bajo su mando, será nuevamente un actor que usará todas sus herramientas políticas, militares y comerciales para afianzar su visión de control y seguridad fronteriza.

“America First”, parecía resonar en cada esquina, más contundente y feroz que nunca. Y en palacio nacional, en el círculo obradorista, en la mente de la presidenta Claudia Sheinbaum saben por qué.

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