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ESPECIAL

Son las tres de la tarde. Domingo. Un domingo distinto. Como si el propio viento de la historia hubiera decidido soplar sobre las páginas del Diario Oficial de la Federación. ¿Qué pasa? ¿Qué está ocurriendo? El país entero se pregunta, pues se ha ordenado suspender la publicación de la reforma judicial. Pero en la edición vespertina, ahí está. Un decreto. Firmado por el presidente Andrés Manuel López Obrador. El lunes 16 de septiembre será diferente. A partir del primer minuto, el país entrará en otra era. ¿Qué hay detrás de esas líneas? Los cambios que sacudirán la estructura del Poder Judicial.

El aire huele a pólvora de debates. Ya lo anunciaba: la reforma judicial contempla una novedad que eriza la piel de la tradición. La elección popular de jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con una cita en las urnas para 2025. ¡Ahí es nada! Se acabaron las dos salas del máximo tribunal, y el Pleno, de 11, ahora será de nueve ministros. Su mandato se reduce de 15 a 12 años. Todo para que la justicia esté al alcance del pueblo, dicen.


 

Se desgranarán las candidaturas. Diez del Ejecutivo, diez del Judicial, cinco del Senado, cinco de la Cámara de Diputados. ¡A votar! Y si los actuales ministros no renuncian, adiós. El 1 de septiembre de 2025, cuando los nuevos tomen posesión, perderán su cargo. Las urnas, la democracia, el pueblo como juez supremo.

En medio de todo, López Obrador firma, bajo los ecos de las fiestas patrias. “Ahora sí, el pueblo es el que manda”, proclama. Junto a él, Claudia Sheinbaum, su testigo de honor. La transición está en marcha. Y en su voz, la esperanza de los tiempos que vienen: “500 años sin una mujer al frente del país. Claudia Sheinbaum es esa mujer”.

El país se mueve. Las palabras se graban en la historia.

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