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ESPECIAL

Claudia Sheinbaum, rodeada de la emoción y el eco de miles de voces, subió al escenario del Teatro Metropolitan como la primera presidenta electa de México. El 15 de agosto de 2024, un día que quedará marcado en la historia, Sheinbaum recibió la constancia oficial que la acredita como la próxima mandataria del país, en un momento cargado de simbolismo y promesas.

El ambiente en el teatro era electrizante, una mezcla de orgullo y esperanza que se reflejaba en los rostros de los asistentes. Sheinbaum, acompañada de su esposo, Jesús María Tarriba, llegó al evento entre aplausos y vítores de simpatizantes y colegas políticos, muchos de los cuales han sido testigos de su largo camino en la arena política.


 

“Hoy, no llego sola. Hoy llegamos todas,” dijo Sheinbaum en su primer discurso como presidenta electa, destacando que su triunfo no es únicamente personal, sino colectivo. En sus palabras, resonaba el reconocimiento a las mujeres que, a lo largo de la historia, han luchado por llegar a este momento. Evocó nombres como Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez y Sor Juana Inés de la Cruz, mujeres que, según Sheinbaum, abrieron el camino para que hoy, por primera vez, México tenga una presidenta.

El discurso de Sheinbaum fue un homenaje a aquellas mujeres que sacrificaron incluso su vida por la justicia y la igualdad, y también fue un llamado a seguir construyendo sobre los cimientos de la Cuarta Transformación, la continuidad del proyecto que ha marcado la política mexicana en los últimos años. Con una voz firme, pero cargada de emoción, Sheinbaum habló de la responsabilidad que ahora recae en ella y en su generación: “Nos toca construir el segundo piso de la 4T,” afirmó, marcando el rumbo de su futura administración.

Sheinbaum también se dirigió a su partido, Morena, sugiriendo la convocatoria de un Congreso para renovar la dirigencia en septiembre, con el fin de trazar una ruta clara que distinga entre las labores del partido y las del gobierno. Su tono, aunque conciliador, no ocultaba la firmeza de su convicción de que es necesario un replanteamiento para continuar con el proceso de transformación.

En su mensaje, no faltó un guiño a los trabajadores del Poder Judicial, asegurándoles que sus derechos serán respetados en las reformas que se avecinan, mientras enfatizó que estas se enfocarán en erradicar el nepotismo y la corrupción. Sheinbaum dejó claro que la elección de ministros, magistrados y jueces será un reflejo de la voluntad popular.

La presidenta electa cerró su discurso con un mensaje para la oposición, afirmando que “la política se hace con amor, no con odio,” un recordatorio de que su gobierno buscará la unidad y no la confrontación. Finalmente, adelantó que tras su toma de posesión el 1 de octubre, habrá un festejo en el Zócalo, donde presentará los 100 puntos clave para continuar la transformación del país.

Claudia Sheinbaum ha dado el primer paso en un nuevo capítulo de la historia de México, uno que promete ser tan desafiante como esperanzador. El país entero estará observando cómo se construye este segundo piso de la Cuarta Transformación bajo su liderazgo.

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