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ESPECIAL

En una jugada maestra que une astucia y coordinación internacional, el trayecto del avión que llevó a Ismael “El Mayo” Zambada, uno de los narcotraficantes más notorios del mundo, hacia las garras de la justicia ha sido revelado. Según un reporte exclusivo de The Wall Street Journal, el líder del Cártel de Sinaloa fue engañado para viajar a Texas, donde finalmente fue capturado por las autoridades estadounidenses. Este despliegue meticuloso de estrategia y engaño destaca una operación de alto nivel que ha puesto fin a años de elusiva libertad para Zambada.

El reportaje de The Wall Street Journal detalla cómo un miembro de alto rango del Cártel de Sinaloa, aparentemente leal a Zambada, urdió un plan ingenioso para llevar al capo a Texas bajo el pretexto de inspeccionar pistas clandestinas en México. La idea era que Zambada, confiado en la seguridad de su entorno, abordara un avión privado sin matrícula que se disponía a llevarlo a lo que él creía que era un destino en México. Sin embargo, el vuelo tomó un giro inesperado y aterrizó en un aeropuerto clandestino en El Paso, Texas, donde las autoridades estadounidenses estaban preparadas para interceptarlo.

La operación que llevó a la captura de Zambada y de Joaquín Guzmán López, alias “El Güero”, fue el resultado de una colaboración meticulosa entre diversas agencias de seguridad. Agentes de la Oficina de Investigaciones del Departamento de Seguridad Nacional (HSI) y del FBI trabajaron en conjunto durante varios meses para planificar y ejecutar este arresto. El avión en el que fueron capturados, un Beechcraft King Air, estaba custodiado por agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) en el aeropuerto privado de Santa Teresa, Nuevo México, ubicado cerca de la frontera con El Paso.

El discreto aeropuerto privado de Santa Teresa, en el Condado de Doña Ana, se convirtió en el escenario de un arresto que sorprendió al mundo del crimen. El aeropuerto, conocido por su bajo perfil y ubicación estratégica, se convirtió en el lugar donde Zambada y Guzmán fueron finalmente atrapados. El vuelo, que originalmente debía llevar a Zambada a México, fue desviado a Texas, revelando un engaño cuidadosamente orquestado para asegurar su captura.

El plan elaborado para capturar a Zambada fue una jugada de alta inteligencia. Según un funcionario de HSI, Zambada creía que iba a revisar aeródromos clandestinos en México, una actividad que estaba en línea con sus operaciones criminales. Sin embargo, en lugar de aterrizar en suelo mexicano, el avión se desvió hacia El Paso, donde Zambada y Guzmán López fueron arrestados en la pista. Este giro inesperado fue el resultado de meses de planificación por parte de las agencias de seguridad, que trabajaron en la coordinación de una operación que culminó en el arresto de dos de los capos más buscados del narcotráfico.

La captura de Zambada y Guzmán López no solo marca un hito en la lucha contra el narcotráfico, sino que también añade una serie de cargos graves contra ellos. En febrero de este año, los fiscales estadounidenses acusaron a Zambada de conspirar para fabricar y distribuir fentanilo, con pleno conocimiento de que sería importado ilegalmente a Estados Unidos. Estos cargos se suman a otras acusaciones previas que incluyen liderazgo en una organización criminal, conspiración para asesinato, lavado de dinero y otros delitos relacionados con las drogas.

La operación que llevó a la captura de Zambada y Guzmán López es un ejemplo destacado de cómo las agencias de seguridad pueden coordinarse para desmantelar redes criminales complejas. El uso del engaño para atraer a los líderes del cártel a un área donde las autoridades pueden actuar con precisión es una estrategia que demuestra la importancia de la planificación y la inteligencia en la lucha contra el crimen organizado.

El Cártel de Sinaloa, bajo la dirección de Ismael “El Mayo” Zambada y anteriormente de Joaquín “El Chapo” Guzmán, ha sido una de las organizaciones criminales más influyentes en el narcotráfico a nivel mundial. Fundado en Culiacán, Sinaloa, el cártel ha operado extensamente en México y en la frontera con Estados Unidos, controlando la producción y distribución de metanfetaminas, cocaína y otras drogas. La caída de sus líderes marca un punto crucial en la reducción de su influencia y operaciones.

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